Es más difícil cambiar de alimentación que de religión. De ahí los grandes problemas de la sociedad actual en cuanto a salud y enfermedades. La alimentación ha determinado y determina nuestras vidas.
Para Secretos para el bienestar, aunque a mucha gente es consciente de lo arraigado de los hábitos alimenticios pocos se han parado a pensar lo francamente sacrificado que es cambiar la nutrición. Es más difícil cambiar de alimentación que de religión. Y sucede en todo tipo de culturas y países. Los caracteres de la alimentación forman parte del ADN molecular de cada organismo de forma que cualquier cambio en el mismo supone un importante esfuerzo tanto físico como psíquico. Podremos cambiar muchos hábitos y costumbres con más o menos esfuerzo, pero la alimentación es de las más difíciles de cambiar.
Los hábitos alimenticios se forman desde el primer día que vivimos, incluso antes de nacer. Nuestro organismo viene predeterminado a ciertas preferencias alimentarias que incluso pueden remontarse a dos generaciones. Es decir, efectos de la alimentación de incluso nuestros abuelos, puede manifestarse dos generaciones después.
Pero el problema se suscita por la necesidad imperiosa de cambiar de alimentación en sociedades como la que vivimos debido a los grandes problemas de salud que una alimentación deficiente esta provocando. En muchos casos como en los Estados Unidos se habla de un proceso epidémico y pocos son los que se aventuran a dar una solución. En el caso de España muchos nutricionistas insisten en la necesidad de cambiar de alimentación y en los peligros que ya se dejan ver en la población infantil.
Pero a pesar de la dificultad a la hora de cambiar de alimentación tampoco hay u programa serio y de futuro por parte de las Administraciones que se ven seducidas por aspectos puramente financieros a la hora de mantener los privilegios de un sector, el de la alimentación, que antepone el negocio al bienestar.