Dormir para recuperarse. Parece elemental, lo más lógico y lo que todos sabemos. Pero no en todas las personas se produce está máxima. Cada vez más personas no ser recuperan con el sueño.
El sueño, como un proceso complejo que es, se basa en el diseño del cuerpo configurado para recuperarse de las tensiones y del desgaste del día anterior y preparase para una nueva jornada. Hasta aquí, todo sencillo: dormir para recuperarse. Pero la realidad puede llegar a ser bien distinta para muchas personas.
Con la actual preocupación por el aumento de los casos de demencia distintas investigaciones han comprobado recientemente como que una de las funciones más importantes del sueño es eliminar las tóxinas sobrantes generadas durante la actividad a lo largo del día. Estas investigaciones han mostrado que el cerebro tiene su propia red de conducciones llamada sistema glinfático, que es capaz de arrastrar el material de desecho fuera del cerebro cuando precisamente estamos dormidos. Cuando estamos dormidos este sistema está 10 veces más activo que durante el periodo que estamos despiertos. Nunca dormir para recuperarse ha tenido más sentido.
Por el contrario el fallo en el proceso de eliminación de estas proteínas de desecho parece desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de trastornos mentales, tanto el Alzeheimer como el Parkinson, que se estima pueden estar relacionados y asociados a una acumulación de determinadas proteínas en el cerebro.
El descanso es uno de los procesos más necesarios en la salud, el bienestar y la prevención de todo tipo de enfermedades. Dormir para recuperarse es esencial en cualquier momento de la vida. De ahí la importancia de un sueño reparador que suponga un descanso real y una eliminación del desgaste acumulado a lo largo del día. Cualquier esfuerzo encaminado a aumentar la calidad del sueño es un paso adelante para mejorar la salud y el bienestar y conseguir vivir una vida más plena con la energía necesaria.