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Daños del entorno en nuestra piel

Daños del entorno en nuestra piel

Los efectos del deterioro del medio ambiente en nuestra salud son evidentes. Pero también los daños del entorno en nuestra piel

El sol es el gran peligro

Aunque es ciertamente importante tomar un poco el sol para ayudar al organismo a sintetizar la vitamina D, la radiación ultravioleta es dañina. De todas maneras es uno de los principales factores del envejecimiento prematuro de la piel.

 Daños del entorno en nuestra piel
Daños del entorno en nuestra piel

Daños del entorno en nuestra piel en demasiadas situaciones

Hablemos por ejemplo del tabaco. Sin duda es muy perjudicial para la piel y contribuyen notablemente a su envejecimiento.

Se ha estudiado que el tabaco reduce la elasticidad natural de la piel y causa la pérdida de colágeno a reducir su producción. Éste, el colágeno, es una proteína que contribuye a dar dureza y resistencia a la piel.

El colágeno se va degradando de forma natural al envejecer. Y ello provoca la formación de arrugas. Pero el tabaco también hace que se acelere esta degradación. Fumar asimismo, provoca también la reducción del diámetro de los vasos sanguíneos, reduciendo el aporte de oxígeno a la piel.

¿Cómo no?, el alcohol. Puede producir deshidratación y esto es una de las peores cosas que pueden suceder a tu piel. Una de las formas de contrarrestar y equilibrar los efectos negativos de beber alcohol es ingerir la suficiente agua. Pero cuidado, bebas agua de calidad, limpia y libre de contaminantes.

Otro elemento de vital importancia para la piel, como ya se hablado en muchas ocasiones, es tener un sueño de calidad. El estrés, el cansancio y los nervios también contribuyen notablemente a deteriorar nuestra piel y aumentar el ritmo de envejecimiento.

El envejecimiento y su relación con la piel

El acto de envejecer es natural y según nuestro cuerpo se va degradando la piel también tiende a debilitarse. Epidermis vuelve a ser más delgada, aunque el número de capas celulares se mantiene invariable las células se vuelven más pequeñas y menos rellenas.

También se producen cambios en la pigmentación en las células encargadas de la misma. Éstas son la piel puede parecer más delgada y más translúcida, esto es manchas de pigmentación en las zonas que han sido más expuestas al sol.

Por otro lado las variaciones en el tejido conectivo reducen la resistencia y elasticidad de la piel. Y una vez más, las zonas expuestas al sol son las más dañadas y sensibles.

También se ve afectado el riego sanguíneo de la dermis. Con ello se producen un gran riesgo de hematoma sin problema similares. Lo podemos ver claramente en las pieles de las personas más adultas. En ellas las gandulas sebáceas tienden a producir menos grasa y la capa subcutánea se vuelve más. En consecuencia aumenta en gran medida la posibilidad que aparezcan las arrugas.

SPEB

 

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