Todos necesitamos una terapia para descansar la mente. Para ello comenzaremos a cambiar pequeños hábitos para entrenar nuestra conciencia.
La mente adora lo fácil, lo simple, lo que no supone esfuerzo. Y su mejor aliado para ello es el estar ocupada en todo tipo de distracciones el mayor tiempo posible.
Debemos evitar la costumbre habitual en nuestros días de vivir un mundo imaginario. Un entorno en donde lo imaginario, lo no real y lo que no existe, se ha convertido en nuestra realidad. Es el espacio en donde la mente se encuentra más a gusto. Pero en contrapartida, es donde nosotros nos encontramos más atrapados.
Vamos a observar nuestra mente y dialogar con ella de forma habitual. Intentaremos meternos en su interior y mirarnos hacía dentro. Como si estuviera viendo una película y usted no fuera parte de ella. Como si fuera un simple espectador.
Vamos a trabajar para crear este hábito de forma diaria. Unos pocos minutos será suficiente para descubrir un mundo nuevo, fascinante y lleno de retos. Un mundo al que nunca hemos hecho demasiado caso, el mundo interior.
Puede que al principio nos encontremos confundidos. Puede también que la mente no le permita concentrarse en ella misma. A la mente no le gusta que la mire, que la controle, prefiere vagar sin ningún observador. Pero seamos persistentes. Vamos a intentar alejar por unos momentos los pensamientos cotidianos, sus problemas y sus preocupaciones. Intentaremos pensar únicamente en uno mismo. Vamos a vernos como persona, como ser único e individual, como parte del universo.
Es una terapia para descansar la mente de forma fácil. Procurar mantener un encuentro consigo mismo durante unos pocos minutos cada día. La dificultad en los primeros días pronto pasara a la facilidad a la hora de poder mantener unos cuantos minutos. Tiempo sin pensar en el mundo que nos rodea. Dedicado al pensamiento a usted mismo. Con el tiempo, será el momento más placentero del día.