Para muchos es una cuestión esencial: agua del grifo o agua filtrada. Desde hace años la respuesta no da lugar a dudas. Filtrar el agua es más eficaz, sano, seguro y económico.
Si lugar a dudas el agua que sale de grifo es una de las maravillas de la sociedad moderna. Es una realidad de la que apenas somos conscientes en los países más desarrollados pero que si admiran en los más pobres. Poder tener agua sin limites en cualquier hogar y en cualquier momento.
En Europa cada país tiene sus propias normas especificas sobre el agua potable que normalmente contemplan el procesamiento con productos químicos para destruir las bacterias y garantizar la inocuidad.
Estos productos se añaden, faltaría más, en niveles seguros para la salud. Pero, por ejemplo, el cloro es un potente agente oxidante y llega a ser tóxico y muy peligroso a partir de determinado umbral.
En el agua del grifo las concentraciones son bajas, evidentemente. Pero aún así son absorbidas y procesadas por el organismo. Por esa razón, aunque el agua es segura dentro de una definiciones controladas por las leyes, también suele contribuir a una cantidad, indeterminada, de estrés químico en el cuerpo. Al mismo tiempo estos productos químicos tienen un impacto en el sabor y el olor del agua.
Desde 2005 un grupo denoninado Grupo de Trabajo Ambiental ha venido realizando estudios analizando la sangre de los cordones umbilicales de recién nacidos. En algunos de ello llegaron a encontrar más de 200 productos químicos, todos ellos con un potencial significativo de efectos adversos para el organismo. Evidente y claramente no eran solo productos químicos transmitidos por el agua, sino que también procedían de la sangre de la madre, de su comida y bebida, e incluso de elementos externos como perfumes.
Aunque la calidad del agua se controla en el punto de procesamiento, también hay una larga y compleja red de tuberías de una calidad poco menos que desconocida en incontrolada. Por esa inmensa red corre el agua camino de nuestras casas.
