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¿Cuándo tendremos mascarillas más sostenibles?

¿Cuándo tendremos mascarillas más sostenibles?

Las infecciones microbianas provocadas por bacterias, hongos, virus y otros patógenos han estado siempre presentes a lo largo de la historia de la humanidad.

En este escenario, ya se ha desarrollado desde hace unos cien años una gran variedad de medicamentos (como antibióticos u otros productos químicos). Pero todavía existen problemas importantes sin resolver que están amenazando a la salud humana. Por ejemplo, la resistencia a los medicamentos y nuevos patógenos emergentes.

La pandemia actual causada por el virus SARS-CoV-2 ha provocado un colapso de los sistemas de salud, impactos socioeconómicos sin precedentes y cambios significativos en todos los aspectos de la vida humana. Además, ha causado la muerte de casi seis millones de personas en todo el mundo.

Los aerosoles de SARS-CoV-2

Como otras enfermedades respiratorias, la principal fuente de infección por SARS-CoV-2 y sus variantes es la transmisión de microgotas. Estas se liberan cuando una persona infectada tose, estornuda, habla, canta o respira.

De esta manera, los virus pueden transmitirse de persona a persona a través de microgotas respiratorias dispersas en el aire (aerosol) o por vías de contacto directo e indirecto (fómites).

Los virus en estas gotículas pueden permanecer viables en el aire y en las superficies por períodos de tiempo prolongados. Pueden ir desde horas hasta días, dependiendo de la superficie del material donde se localicen.

Además, en función del tamaño de las gotas del aerosol procedente del aparato respiratorio, el rango de transporte puede ser más o menos amplio. Por ejemplo, las partículas más grandes (de más de 20 micras) tienen un alcance más corto (de menos de 1,5 metros). Esto sucede porque son demasiado pesadas para flotar en el aire y caen rápidamente sobre las superficies.

Sin embargo, cuando estas partículas son muy finas (menos de 10 micras), pueden transportarse a distancias mucho más lejanas (más de 1,5 metros e incluso más de seis metros) en forma de aerosol.

Principal vía de protección: las mascarillas

Durante la pandemia se han recomendado diferentes medidas para evitar contagios como el lavado de manos, el establecimiento de un distanciamiento social, los confinamientos, la cuarentena y las restricciones de viajes.

Pero hay otra medida que ha demostrado ser muy efectiva en la prevención y control de infecciones y que todavía sigue instaurada: el uso de la mascarilla facial protectora. Esta protege a los trabajadores de la salud y a las personas que pueden estar expuestos al virus.

En los países donde la mascarilla ha sido obligatoria desde el principio de la pandemia, como China, Singapur y Corea del Sur, la propagación de covid-19 ha sido controlada de manera más eficaz. Esto se ha demostrado con datos epidemiológicos.

Existe una gran diversidad de tipos de mascarillas. Encontramos higiénicas, quirúrgicas, FFP1, FFP2, KN95, N95, FFP3. Cada una tiene diferente porosidad, están fabricadas por diferentes métodos, tienen distintos materiales, distinto número de capas, etc.

Figura 1. Tipos de mascarillas, métodos de fabricación, mascarillas convencionales y mascarillas capaces de inactivar microorganismos. Creado con Biorender. / Ángel Serrano.
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¿Qué limitaciones tienen las mascarillas actuales?

El mecanismo básico de una mascarilla convencional consiste en que las gotículas de aerosol que contienen virus se capturan en las estructuras porosas de la mascarilla. Estas actúan como barrera física y no permiten que se inhalen por el sistema respiratorio.

Sin embargo, presentan algunas limitaciones. Las mascarillas convencionales están fabricadas de materiales que no tienen capacidad antimicrobiana. Es decir, no son capaces de inactivar los microorganismos en cuanto estos entran en contacto con el tejido de la mascarilla.

Por lo tanto, el virus permanece activo en ellas (Figura 1) y la infección puede provocarse fácilmente si el usuario toca la mascarilla y luego un ojo o la boca, por ejemplo.

Además, el uso masivo de mascarillas está generando una fuente creciente de desechos que constituye uno de los nuevos problemas ambientales que afronta nuestra sociedad.

Una nueva generación de mascarillas más sostenibles

Tras la irrupción de la nueva variante ómicron se produjo un crecimiento exponencial de contagios. En este contexto, gobiernos de todo el mundo han hecho obligatorio el uso de mascarillas en lugares públicos. Todo ello, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este escenario de uso generalizado de la mascarilla, investigadores de todo el mundo están trabajando para poder desarrollar nuevas mascarillas antimicrobianas. El objetivo es que sean autoesterilizables, reutilizables y capaces, además, de biodegradarse en un tiempo adecuado. Así proporcionarían una solución sostenible con el medio ambiente.

Los materiales o recubrimientos antimicrobianos funcionan como agentes biocidas que pueden eliminar e inhibir el crecimiento de microorganismos en las superficies. De esta manera, podrían prevenir la transmisión de patógenos.

Estos materiales y recubrimiento biocidas deben ser seguros y no producir efectos nocivos a los consumidores. Las tecnologías modernas, junto con los avances de la ciencia y la ingeniería de materiales, han conseguido aumentar la efectividad de los materiales biocidas.

En resumen, las mascarillas antimicrobianas de nueva generación serán herramientas importantes para prevenir infecciones virales y de otros microorganismos como las bacterias multirresistentes. Estas últimas, según la OMS, se estima que podrían producir mayor cantidad de fallecimientos que otras enfermedades como el cáncer en el año 2050 si no se toman medidas eficaces hasta entonces.

Estas mascarillas antimicrobianas proporcionan una protección superior al usuario y reducen la generación de residuos infecciosos. En el progreso hacia el desarrollo de estas mascarillas ha contribuido significativamente las nuevas tecnologías de materiales biocidas que se están implementando en una amplia gama de aplicaciones. Incluida la producción de otros equipamientos protectores como las pantallas faciales, gafas, guantes, ropa, etc.

Sin embargo, hay que reconocer que es necesario hacer un mayor esfuerzo para resolver los crecientes problemas ambientales producidos por la utilización masiva de mascarillas faciales no reutilizables.The Conversation

Juan Andrés Bort, Catedrático de Química-Física, Universitat Jaume I; Alba Cano Vicent, Estudiante predoctoral y técnico de investigación, Universidad Católica de Valencia; Alberto Tuñón Molina, Estudiante predoctoral y técnico de investigación, Universidad Católica de Valencia; Amanda Gouveia, investigadora postdoctoral, Universitat Jaume I; Ángel Serrano Aroca, Profesor de Biotecnología, Universidad Católica de Valencia; Camila Cristina de Foggi, Profesora adjunta, Universidade Federal do Rio Grande do Sul; Ivo Mateus Pinatti, Post-doctorate in Science, University of São Paulo State y Miguel Martí Jiménez, Profesor de Microbiología, Universidad Católica de Valencia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Salvar los océanos y las costas

Salvar los océanos y las costas

Ciencia ciudadana para salvar los océanos y las costas

Jordan McQueen / Unsplash

Carlos García Soto, Instituto Español de Oceanografía (IEO – CSIC)

La ciencia ciudadana marina está creciendo exponencialmente en Europa. Así lo ha revelado un estudio publicado por la revista Frontiers of Marine Science y destacado hace unas semanas por Euromarine y EurOcean, dos redes que conectan a más de 10 000 científicos marinos de 22 países europeos.

Los ciudadanos comparten avistamientos de ballenas que permiten a los científicos investigar sus poblaciones. Recopilan datos sobre la calidad del agua que permiten combatir la proliferación de algas nocivas. Y son guardianes de reservas marinas.

Los océanos son el componente más grande de la Tierra, estabilizan el clima y sustentan la vida. Y debido a su inmensidad, la colaboración entre un gran número de no científicos y científicos es particularmente urgente e importante.

Los ciudadanos pueden participar con acciones que van desde la recopilación de datos al análisis y difusión de resultados, pasando por la interpretación de la información. Y los beneficios se comparten. Los científicos mejoran su capacidad analítica y de seguimiento. Los ciudadanos adquieren conocimiento, concienciación y reconocimiento. Y los resultados pueden impulsar cambios en las políticas de protección medioambiental.

Proyectos de ciencia ciudadana marina

Un ejemplo relevante de este tipo de iniciativas es Yachts For Science (Yates por la ciencia). Lanzada en 2019, reúne a científicos marinos y propietarios de embarcaciones que ofrecen tiempo de navegación posibilitando así investigar arrecifes de coral o elaborar mapas batimétricos en regiones lejanas.

Otra historia de éxito son las Redes de posidonia, donde los científicos son ayudados por cientos de buceadores voluntarios para monitorizar estas praderas submarinas.

Las praderas de posidonia nos prestan importantes servicios, incluida la preservación de la calidad del agua y de la biodiversidad y la protección de la costa y de los recursos pesqueros locales.

Su declive en el mar Mediterráneo ha sido notable debido al impacto de las actividades humanas (arrastre ilegal, trabajos costeros, residuos urbanos e industriales, acuicultura, plantas de desalinización y la llegada de especies invasoras).

Posidonia oceanica.
Marta Terry L. / Flickr, CC BY-NC-ND

Estas praderas submarinas se han incluido en el anexo I de la directiva de hábitats de la Unión Europea. Su conservación es ahora un objetivo prioritario en el que la ciencia ciudadana está desempeñando un papel crucial.

El seguimiento de la basura marina por parte de científicos ciudadanos ha impulsado de manera similar la legislación política a nivel internacional.

La Asociación Ambiente Europeo publicó en 2017 un informe basado en datos de casi 50 toneladas de basura marina de todo tipo recogidas por miles de voluntarios en unas 250 limpiezas de playas durante cinco años cubriendo todo el litoral español.

Las recomendaciones del informe no difieren sustancialmente de las incluidas un año después en la directiva europea sobre plásticos de un solo uso.

Las ONG como esta asociación son importantes promotoras de proyectos de ciencia ciudadana marina. Según el artículo publicado en Frontiers of Marine Science, son los principales contribuyentes a las iniciativas de ciencia ciudadana marina del mar del Norte (56 %), seguidos por los institutos de investigación (29 %). A menudo, existe una colaboración entre ambos actores. Y solo una pequeña parte de los proyectos de ciencia ciudadana está coordinada por organizaciones gubernamentales o por particulares (15 %).

El papel de la tecnología

Los proyectos de ciencia ciudadana comenzaron a crecer exponencialmente a partir del 2000 debido a la mayor disponibilidad de teléfonos móviles. Más de 5 mil millones de teléfonos inteligentes con la posibilidad de entregar datos geocodificados se utilizan a diario en todo el mundo.

La recopilación de datos es ahora posible con una gama más amplia de herramientas, servicios web interactivos y tecnologías do it yourself.

Los avances en la tecnología de drones han revolucionado, por ejemplo, la producción de imágenes aéreas. Los científicos ciudadanos han utilizado drones para medir rápidamente la extensión de las praderas marinas a lo largo de la costa utilizando los llamados sistema de información geográfica de participación pública (PPGIS).

Los científicos ciudadanos han utilizado también los drones para estudiar el fenómeno El Niño, observar la erosión costera y monitorizar el comportamiento de las tortugas marinas y los mamíferos marinos.

La NASA lanzó en la primavera de 2020 una nueva oportunidad de ciencia ciudadana: un videojuego en el que los jugadores construyen un mapa de los arrecifes de coral del mundo. Se instalaron cámaras especiales en los drones para inspeccionar el fondo marino. Con sólo jugar a su videojuego, NeMO-Net, los voluntarios ayudan ahora a trazar un mapa de los arrecifes de coral del mundo.

Explicación del videojuego NeMO-Net de la NASA. Fuente: Laboratory for Advanced Sensing / YouTube.

El futuro de los océanos podría estar en manos de los científicos ciudadanos marinos.The Conversation

Carlos García Soto, Científico Titular y Coordinador del Informe Oceánico Mundial (ONU), Instituto Español de Oceanografía (IEO – CSIC)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Ocho beneficios de la vegetación para la vida urbana

Ocho beneficios de la vegetación para la vida urbana

Los servicios ecosistémicos son “beneficios que la naturaleza aporta a la sociedad”. Los sistemas ecológicos –y el capital natural del que dependen– son fundamentales para el funcionamiento del sistema de soporte vital de la Tierra, del que depende la humanidad y el resto de seres vivos. La urbanización supone una evidente pérdida de servicios.

En las ciudades hay siete ecosistemas naturales: árboles, praderas, bosques urbanos, cultivos, humedales, lagos o mar contiguos y ríos o arroyos. El diseño actual de las ciudades no favorece su presencia.

La población valora los pavimentos poco uniformes, con vegetación espontánea o la presente en muros, praderas lineales, alcorques o macetas. Se valora más si se asocia con gestión humana, y menos si es espontánea. Y la valoran más las personas que mantienen contacto habitual con la naturaleza fuera de la ciudad.

Ocho beneficios de la vegetación para la vida urbana
Ocho beneficios de la vegetación para la vida urbana

En este texto voy a tratar de relacionar los servicios ecosistémicos con el día a día de las personas que viven en las ciudades. Así, la vegetación proporciona distintos beneficios para el entorno urbano y sus habitantes.

1. Aprovisionamiento de hábitats

Es sorprendente la cantidad de plantas y animales capaces de vivir en los hábitats “creados” por el hombre en las ciudades, gracias a su capacidad de adaptación (sinantropización). Los beneficios de una mayor diversidad de hábitats son poco evidentes, pero muy importantes.

2. Reducción de ruido

El ruido del tráfico puede reducirse hasta un 50  % si hay vegetación y diseños adecuados. Una barrera de 5  metros de profundidad puede reducir el ruido del tráfico entre 9 y 11  decibelios. El tronco de los árboles también tiene efecto en la reducción. Las barreras sintéticas tienen menos efectividad, psicológicamente y en valores absolutos.

3. Deposición y dispersión de la contaminación

La contaminación del aire, asociada con millones de muertes al año en todo el mundo, es el problema ambiental más grave para la salud. Está causada por partículas, moléculas de origen antrópico o moléculas presentes en la naturaleza, pero en proporción mayor que la natural (ozono). La reforestación urbana y periurbana pueden ayudar a mejorar la calidad del aire.

La vegetación reduce la concentración de contaminantes en los parques, sobre todo si son grandes. Las partículas de mayor tamaño son las que más se reducen. El diseño de la vegetación, por ejemplo en un parque, alienta a los usuarios a evitar los límites contaminados. Árboles y arbustos pueden conseguir un descenso de hasta un 2  % del ozono. Los tejados verdes contribuyen menos que los árboles.

4. Efecto sobre el clima de fondo: enfriamiento

La utilización de vegetación en las ciudades mitiga el efecto de isla de calor urbano en zonas no tropicales. Pero para que se dé un efecto con cierto impacto, las parcelas deben tener al menos media hectárea. La reducción en consumo energético asociada, y la de reducción del efecto invernadero (causante en parte del calentamiento global) pueden ser importantes.

5. Movilidad y cambios en la actividad física

Si las infraestructuras de movilidad sostenible son atractivas (verdes) son consideradas espacios de calidad ambiental alta, y más utilizadas en detrimento del transporte motorizado. Además, permiten recuperar los espacios de la ciudad para que sean ocupados por las personas.

La vegetación tiene una importancia –como mínimo moderada– en la mejora de la calidad del aire y en la sensación calórica.

6. Permeabilidad de suelos

Los árboles y arbustos interceptan el agua de lluvia con sus raíces, y los suelos permeables son cruciales para reducir la presión sobre el sistema de drenaje, disminuyendo el riesgo de inundaciones.

Por efecto de la urbanización, con un 50–90  % de suelo impermeable se pierde el 80 % de la lluvia por escorrentía superficial (en un bosque la pérdida es del 10 %). La filtración asociada puede ser considerada como otro “servicio”: el del tratamiento natural de las aguas.

7. Secuestro de carbono

Se produce en dos escenarios: por acumulación de carbono en los troncos y ramas de árboles y arbustos y por acumulación en el suelo debido a la actividad biológica de organismos como hongos y bacterias. Si el suelo está “sellado”, no acumula agua y pierde la capacidad de sostener las redes de la vida.

8. Servicios culturales

Se ha demostrado la existencia de beneficios para la salud, también psicológicos, de los espacios verdes, especialmente si tienen una alta biodiversidad de plantas y de animales. La propiedad aumenta su valor en áreas próximas a zonas verdes. No debe olvidarse que son espacios de recreo de los ciudadanos.

Una margarita nace entre adoquines.
Shutterstock / Vladimir Konstantinov

¿Tiene la vegetación urbana efectos negativos?

Los ecosistemas silvestres pueden ser percibidos negativamente, y hay que contar con los costos de mantenimiento (ejemplo: tejados verdes y filtraciones). Algunas actuaciones para incrementar la biodiversidad pueden recibir críticas por un aparente descuido de los servicios de mantenimiento, por eso hay que ejecutarlas con buenos estándares de calidad e informar de su finalidad, promoviendo una correcta educación ambiental.

Hay que evitar “plantar cualquier especie en cualquier lugar” y actuaciones que provoquen, por ejemplo, un exceso de polen o de otros productos. Algunos diseños (como los árboles con copas anchas en calles estrechas) pueden provocar un efecto techo: los contaminantes pueden no disiparse y concentrarse.

Acceso a la vegetación urbana: justicia ambiental

En la mayoría de las ciudades existe una correlación positiva entre la vegetación urbana y la educación superior, y negativa en barrios o ciudades con presencia de minorías.

En entornos urbanos es importante diseñar la presencia de la vegetación urbana para conseguir una equidad verde urbana como parte de la justicia ambiental.

¿Cómo mejorar la calidad ambiental en las ciudades?

Aumentando la biodiversidad, pero sin proteger especies concretas, sino los hábitats próximos a los naturales, que están muy simplificados por la presión humana por cuestiones de seguridad ciudadana o por la contaminación que sufren.

Las opciones son aumentar la densidad de árboles nativos (es necesario que sean grandes) y aumentar la vegetación de sotobosque. Solo con esto aumenta la presencia de murciélagos, aves nativas e insectos, importantes eslabones de muchos ecosistemas. Un manejo no demasiado costoso tiene grandes efectos sobre la calidad ambiental de las ciudades.The Conversation

Enrique Baquero, Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (BIOMA) y profesor de la Facultad de Ciencias, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Vegetación arbórea en una plaza de la ciudad de Pamplona (Navarra).
Enrique Baquero, CC BY-NC-SA

Enrique Baquero, Universidad de Navarra

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La eliminación de dióxido de carbono, ingrediente clave para mitigar el cambio climático

La eliminación de dióxido de carbono, ingrediente clave para mitigar el cambio climático

Debemos reducir drásticamente y con urgencia las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores de la economía si queremos evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático.

Incluso realizando esfuerzos titánicos de reducción de emisiones, los objetivos climáticos solo podrán cumplirse alcanzando la neutralidad climática (conseguir emisiones netas iguales o inferiores a cero) hacia mediados de siglo. Para ello, inevitablemente tendremos que eliminar miles de billones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera.

La eliminación de dióxido de carbono, ingrediente clave para mitigar el cambio climático
La eliminación de dióxido de carbono, ingrediente clave para mitigar el cambio climático

La necesidad de eliminar CO₂ de la atmósfera

La eliminación de CO₂ es necesaria fundamentalmente por dos razones:

  • Primero, porque globalmente las emisiones siguen aumentando. Por eso, muy probablemente tendremos que compensar las emisiones que a buen seguro superarán el presupuesto de carbono, es decir, la cantidad máxima de emisiones acumuladas que puede haber en la atmósfera para conseguir el objetivo de mantener el incremento de temperatura del planeta por debajo de 1,5 °C.
  • Segundo, porque será necesario contrabalancear emisiones de sectores difíciles de descarbonizar, como las procedentes de la agricultura o de la aviación.

Las opciones para eliminar CO₂

Esta retirada intencional de CO₂ de la atmósfera puede llevarse a cabo mediante dos tipos de acciones:

  • Iniciativas que promueven procesos naturales de captura de CO₂. Por ejemplo, actividades de manejo en la agricultura y silvicultura que persiguen mejorar los sumideros naturales de carbono en bosques y suelos.
  • Soluciones de tipo tecnológico. Entre ellas, dos tecnologías están recibiendo una gran atención: la captura directa de CO₂ de la atmósfera y la bioenergía acoplada a sistemas de captura y almacenamiento de carbono (DACCS y BECCS respectivamente, por sus siglas en inglés).

DACCS básicamente emplea grandes ventiladores que filtran el aire y, mediante reacciones químicas, se absorbe y retiene el CO₂. Después, empleando un aporte importante de energía se extrae el CO₂ puro. El CO₂ capturado puede ser reutilizado, por ejemplo, en la industria alimentaria, o bien puede almacenarse geológicamente, con lo que se consigue su eliminación permanente de la atmósfera.

Con BECCS, el CO₂ es originalmente capturado por las plantas durante su crecimiento por fotosíntesis. Posteriormente, en los procesos de conversión de esas biomasas (por ejemplo, su combustión para producir electricidad o calor), el CO₂ que se libera es capturado, transportado y almacenado geológicamente en suelos y océanos, alcanzando de ese modo un balance de emisiones negativas.

Un desarrollo e implementación insuficientes

A pesar de su indudable necesidad, a día de hoy el despliegue en la práctica de las tecnologías de eliminación de CO₂ ha sido muy escaso y a escalas muy pequeñas. Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, estamos muy lejos de aportar las emisiones negativas que serán necesarias para cumplir el objetivo climático.

Estas tecnologías (DACCS y BECCS) tan prometedoras están intrínsecamente ligadas al sistema energético. DACCS consume grandes cantidades de energía, por lo que se convierte en una opción costosa hoy en día. Para que su uso a gran escala tenga sentido, la demanda energética debe ser mayoritariamente cubierta por energías renovables.

Por otro lado, la ventaja de BECCS es que elimina CO₂ al mismo tiempo que proporciona energía renovable. Esta energía limpia puede remplazar otra procedente de combustibles fósiles, dando lugar a beneficios ambientales diversos. Sin embargo, BECCS también puede entrañar riesgos ambientales para los ecosistemas, sobre todo si emplean cultivos energéticos.

El sistema energético está en continua evolución y la transición energética está cada día más presente en las agendas políticas y la sociedad en general. En este sentido, la integración de estas tecnologías claves para alcanzar la neutralidad climática tiene que planificarse cuanto antes y de una manera respetuosa con el medio ambiente.

La inacción saldrá cara

La puesta en marcha a gran escala de estas tecnologías de eliminación de CO₂ debe hacerse de manera urgente. Los retrasos en su integración en el sistema eléctrico conllevarán importantes sobrecostes.

Además, la capacidad de eliminación de CO₂ se reduce significativamente cada año que pasa, lo que pone en peligro la posibilidad de alcanzar los objetivos climáticos.

Estos riegos económicos y ambientales derivan en gran medida del desaprovechamiento de recursos que tenemos disponibles y que se podrían valorizar con fines energéticos. Por ejemplo, el desperdicio o uso ineficiente de residuos de biomasa procedentes de la silvicultura y la agricultura o el desuso de tierras agrícolas abandonadas que podrían utilizarse para el cultivo de biomasa.

Además, existen otros desafíos importantes y grandes incertidumbres que ralentizarán aún más el despliegue de estas tecnologías. Surgirán obstáculos técnicos relacionados, por ejemplo, con la necesidad de construir una amplia red de transporte para llevar el CO₂ a zonas de almacenamiento. Además, otros problemas aflorarán a nivel político, social y ambiental que limitarán aún más la expansión de estas tecnologías.

Nuestros objetivos climáticos penden de un hilo. Si no queremos fallar, es fundamental fomentar estas tecnologías de captura de dióxido de carbono y que se desarrollen a corto plazo, evitando retrasos y alcanzando la escala requerida. Para ello, es necesario establecer la eliminación de CO₂ como prioridad en la agenda climática y reconocerlo como un jugador clave en el porfolio de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

Los países deben incentivar acciones urgentes que garanticen y faciliten el despegue de las tecnologías de eliminación de CO₂. Solo así conseguiremos evitar la peligrosa amenaza del cambio climático que está poniendo en riesgo nuestro futuro.The Conversation

Ángel Galán Martín, Investigador distinguido Beatriz Galindo en sostenibilidad de sistemas energéticos, Universidad de Jaén

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Shutterstock / Marharyta Kovalchuk

Ángel Galán Martín, Universidad de Jaén

 

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Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero

Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero

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Amway siempre ha estado a la cabeza en respeto. Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero.

Amway es, desde hace años, reconocida como una empresa especialmente preocupada por el medioambiente. Por esa razón, en incontables ocasiones, ha recibido todo tipo de premios valorando esta forma de actuar y reconociendo su labor en favor del medio ambiente.

Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero
Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero

De tal manera, la empresa americana siempre ha sido valorada por sus logros  en la formulación y manufactura de sus productos. Para muchos, y especialmente para sus clientes y las personas que lo han probado, son los más seguros para sus familias, para educar de su trabajo, para las comunidades y para el medio ambiente en general.

Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero

Amway siempre ha manifestado su compromiso para crear productos de limpieza doméstica de muy alto rendimiento pero que al mismo tiempo sean seguros. También responsables con el medio ambiente. De tal manera esta forma de pensar ha sido un compromiso y un objetivo de todos nuestros científicos.

Pero al mismo tiempo este reconocimiento mundial que ha conseguido la empresa americana no sería posible sin el respaldo de sus millones de clientes repartidos en todo el mundo. En el fondo, son el verdadero corazón de esta empresa de venta directa que ha encontrado un eco importante en todo tipo de personas. Gente que cada vez más, valora los productos limpios y respetuosos con el planeta.

También es constantemente reconocido por los organismos internacionales la labor de Amway en favor de apoyar a todo tipo de personas. De tal manera, la empresa es líder en su programa de Desarrollo de nuevos emprendedores. Este aspecto de la economía es especialmente importante en los tiempos en que estamos viviendo, en donde permanentemente se están perdiendo miles y miles de puestos de trabajo cada día.

Amway con el medio ambiente. Porque cuidar la naturaleza es lo primero.

SPEB